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Renunciemos al derecho a matar
Gonzalo Arias - Pacifista
Yolanda jb / Jueves 17 de enero de 2008
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El día 1 de diciembre se celebraron en Andalucía unas Jornadas por la Noviolencia a las que os invitamos desde esta página.

Gonzalo Arias comunicó que no podía asistir pero mandó un texto que con pequeños añadidos que dió lugar al comunicado final de las jornadas. Lo reproducimos a continuación:

RENUNCIEMOS AL DERECHO A MATAR

Hoy, Sábado 1 de Diciembre, un grupo de hombres y mujeres nos reunimos para reflexionar sobre la Noviolencia, sobre un modo distinto de vida y de acción política. Pertenecemos a diferentes colectivos de la provincia de Cádiz y del resto de Andalucía. Y nos preguntamos, al igual que Gonzalo Arias:

¿Derecho a matar? Quizá su formulación en estos términos no es usual entre juristas o moralistas. Pero el concepto, con esas u otras palabras, está profundamente arraigado en la conciencia colectiva de la humanidad desde los albores de la historia, y aun de la prehistoria, hasta nuestros días. Desde una perspectiva más ética que jurídica, incluso podríamos decir que para muchos pensadores de ayer y de hoy se trata de algo más que un derecho: en ciertos casos matar a un ser humano sería un acto moralmente lícito, una virtud, y hasta un deber. Añadamos que tales pensadores no viven en un mundo de elucubraciones ajenos a la realidad. Muy al contrario, la gran mayoría de hombres y mujeres de todas las épocas han asumido instintivamente, sin necesidad de reflexión, esas posiciones. No vamos a repasar la historia de los intentos, de poner coto a ese derecho a matar. Quisiéramos simplemente, huyendo de fundamentalismos políticos y de dogmatismos religiosos, subrayar lo que significaría de hecho la renuncia generalizada del derecho a matar.

Renunciar al derecho a matar significa tomar totalmente en serio el valor absoluto del ser humano y la dignidad de toda persona, principio recogido no solo por diversas creencias religiosas y espirituales, sino también por individuos y grupos ateos y agnósticos. Bajo este principio se podría encuadrar el mandamiento evangélico de amar al enemigo, aunque ello ponga en peligro la propia vida. Pero renunciar al derecho a matar, no solo de forma individual y por convencimiento religioso, ético o moral, sino en el orden de lo social y lo político, significa también propugnar una profunda revolución de las estructuras. Significa ante todo creer que la sociedad puede defenderse de hipotéticos agresores y subsistir sin necesidad de ejércitos que utilicen armas mortíferas. Significa denunciar la industria armamentista y el comercio de armas, tanto como despilfarro de recursos como en cuanto productores de guerras que siembran muerte, destrucción y miseria en países lejanos para beneficio de algunos capitalistas de los países desarrollados.

Significa reconocer la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, por nuestra contribución, consciente o simplemente pasiva, a los presupuestos bélicos de nuestros países.

Significa investigar nuevas formas de defensa popular noviolenta, asumir la parte de responsabilidad que nos toca cuando estalla un conflicto armado, y tratar de influir desde nuestra perspectiva noviolenta a su resolución tomando como punto de partida el trabajo conjunto con las partes implicadas.

Significa poner en cuestión los métodos jerárquicos, competitivos y excluyentes que se emplean a veces en los centros educativos y que todos (instituciones educativas, padres y profesores) fomentamos tanto de manera consciente como inconsciente.

Quisiéramos, pues, hacer un llamamiento a las conciencias para que todos contribuyan al alumbramiento de una sociedad que renuncie explícitamente a su derecho a matar. No se trata de propugnar definiciones dogmáticas ni de pronunciar anatemas contra quienes piensen de otro modo. Aunque sea doloroso, tenemos que admitir el hecho de que existe, ciertamente, un derecho humano a matar. No se trata de negarlo ni de abolirlo de inmediato. Se trata de renunciar a tal derecho: yo, tú, nosotros, en círculos cada vez más amplios hasta que sociedades enteras demuestren que lo que parecía una utopía puede hacerse realidad.

En la práctica y de manera más inmediata, creemos que esa renuncia debería traducirse en actos concretos, tales como los siguientes:

Apoyo explícito y decidido a la objeción de conciencia al servicio militar, en aquellos países en que tal servicio se imponga obligatoriamente a los ciudadanos, o en su caso apoyo a los desertores de los Ejércitos profesionales.

Una renuncia de todas las confesiones religiosas como instituciones a participar en las estructuras y actos militares (capellanes castrenses, juras de la bandera, desfiles, ceremonias militares);

Apoyo igualmente explícito y decidido a la llamada “objeción fiscal”, es decir, la negativa a pagar la parte proporcional de nuestros impuestos que según los presupuestos del Estado se destina a gastos militares;

Objeción de conciencia a las inversiones, por rentables que sean, en industrias armamentistas o en empresas relacionadas con ellas, y apoyo a quienes tratan de organizar fondos éticos de inversión con las debidas garantías;

Denuncia pública constante, en medios de comunicación, en contactos con políticos, y también en el seno de las iglesias de cómo se justifica, en aras del empleo y el desarrollo, el mantenimiento de una industria armamentista y la exportación de armas para que sean utilizadas en guerras lejanas;

Presión de los afiliados y afiliadas a partidos políticos para que en los programas de éstos se dé cabida de alguna manera a la renuncia al derecho a matar;

Apoyo a las personas y grupos que, en la doctrina y en la práctica, tratan de abrir paso a formas de defensa popular noviolenta, desarrollando los principios de defensa e intervención sin armas mortíferas en situaciones de conflicto.

Hoy 1 de diciembre es el Día Internacional de los Presos por la Paz, y queremos desde aquí recordar y apoyar a todas las personas que sufren la represión por su compromiso por la Paz, como aquellas que se encuentran en conflictos armados o guerras abiertas. Podríamos acordarnos de muchos nombres, como el de la joven estadounidense Rachel Corrie, que murió aplastada por una excavadora israelí en los territorios ocupados en Palestina; como el de la periodista Rusa Ana Polittoskaya, asesinada por su compromiso con la denuncia del la guerra de Chechenia; como tantos que se ven perseguidos y encarcelados por su negativa a colaborar con los ejércitos, como los objetores de conciencia de Colombia o de Turquía, los desertores de los Estados Unidos de Norteamérica o del Reino Unido; en fin, acordarnos de todos aquellos que siguen siendo perseguidos por su compromiso con la paz, la verdad o la justicia.

Y hacemos todo esto en una provincia de Cádiz donde tenemos que soportar la presencia de bases militares de los Estados Unidos de Norteamérica y de la OTAN, donde el 50% de la inversión de los Presupuestos Generales de la provincia se destinan a lo militar, véase Astilleros y EADS-CASA; donde a muchos jóvenes en paro no les queda otra salida que el ejército profesional; donde en las escuelas se habla de espacios de Paz y cultura de la Paz y la Noviolencia, mientras al mismo tiempo no se cuestiona el papel de una estructura militar como la OTAN, el papel de las bases, el aumento del gasto militar , el negocio del comercio de armas o el papel mismo que desempeñan los ejércitos.

Decimos noviolencia y al mismo tiempo desobediencia civil: la una nos lleva a la otra. Decimos noviolencia cuando denunciamos la violencia estructural, las diversas formas de la injusticia en el planeta, como la violencia implícita en un modelo económico basado en el consumismo feroz, que se está imponiendo en todo el mundo. Decimos noviolencia y denunciamos las estructuras de poder, falsamente democráticas. Decimos noviolencia y queremos sacar a relucir los conflictos latentes en nuestras sociedades y apostar por una resolución noviolenta de los mismos. Decimos noviolencia y estamos diciendo apoyo mutuo, apoyo entre las personas, apoyo entre grupos, apoyo para salir del silencio y del aislamiento, del exilio interior al que nos quieren llevar.

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Ha muerto Gonzalo Arias

Gonzalo Arias Bonet, pacifista andaluz, falleció (es decir, pasó de una a otra dimensión espacial y temporal) el día 11 de enero de 2008 a los 81 años de edad..

“He vivido como cristiano -ha dejado él escrito-, y como tal entiendo morir, después de haber intentado aplicar y practicar, desde la doctrina de la noviolencia, el mensaje de amor universal que Jesús nos trajo de parte de Dios para la construcción del Reino de Dios.

Sin embargo, no deseo que se celebren para mí funerales ni cualesquiera otros ritos de la Iglesia Católica. Llegada la hora de la sinceridad, debo decir que he evolucionado al final de mi vida de manera que ya no tengo esperanza en la renovación de la Iglesia Católico Romana desde dentro, aunque conservo la esperanza en la renovación del cristianismo por obra de comunidades de base, iglesias pacifistas y movimientos ecuménicos. Entiéndase esto como una forma de protesta frente a una Iglesia ritualista y dogmática, poco sensible a los signos de los tiempos.

Sé que no siempre he respondido a las expectativas de personas que podían esperar de mí ayuda, consuelo o simplemente amistad. Espero que me perdonen.

En definitiva, me considero afortunado por la vida que he vivido y por el cariño de que me veo rodeado en mi fase final. Alabado sea Dios.”

Su esposa Hilde, sus hijos Irene, Sonia, Ana, Mario, Diego y Marta, sus nietos Germán, Paula, Olivia, Celia, Aorinco, Nadiejda, Daniel y Lara se sienten afortunados por haberte tenido de compañero, padre y abuelo. Has sido y sigues siendo en nuestros corazones un ejemplo excelente y gracias a tu bondad, tenacidad, paciencia, humildad y honradez, nos has transmitido valores de gran coherencia y unos principios éticos que siempre recordaremos y nos servirán de guía en los momentos difíciles. Tu espíritu rebelde, inquieto y curioso ha sido la mejor educación que tus hijos podríamos desear.

Queremos agradecerte la valentía, buen humor y tranquilidad con que supiste afrontar tu enfermedad y los que sabías eran los últimos días entre nosotros. Fuiste un buen paciente y para nosotros fue una gran suerte y satisfacción haberte acompañado hasta el final; esperamos haberte servido de ayuda. Sabemos que quisiste ahorrarnos trabajo preparando tus libros y otros asuntos en tu último año de vida, gracias de nuevo.

Te deseamos que tengas un buen viaje, que allá donde estés sigas explorando e investigando, y seas feliz en cualquier rama de la historia a donde hayas ido a parar.

Gonzalo Arias Bonet

(1926-2008)

http://www.gonzaloarias.net/

http://www.milicianoviolenta.net/index.php?historia

Mensaje enviado tras conocer la noticia por Pepe Beunza, primer objetor de conciencia encarcelado en el año 1971.

He sentido profundamente su perdida. Fue no solo un gran amigo sino tambien un gran maestro. Le debo una parte de mi vida, la que él defendió cuando yo estaba en la carcel por objecion de conciencia en 1971, organizando la marcha a la prision y siendo el mismo encarcelado. Todos los jovenes que se han librado de la esclavitud del servicio militar obligatorio, tienen una gran deuda de gratitud con Gonzalo.

Descansa en paz, te lo has ganado. Seguimos tu ejemplo por una sociedad mas justa y pacifica.

Pepe Beunza

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Gonzalo Arias, activista de la noviolencia, in memoriam

En 1968 un joven de 42 años salió a la calle en Madrid encartelado en plan sándwich. El texto era claro, exigía elecciones libres a la jefatura del estado. En España, en 1968. Ese joven era Gonzalo Arias Bonet que el 11 de enero pasado falleció, siempre joven, a los 81 años de edad.

Nacido en Valladolid en 1926, en eso que se solía calificar como una familia “bien”, se dedicó profesionalmente a la traducción y en 1956 obtuvo un puesto permanente de traductor en la sede de la UNESCO en París, puesto que mantuvo hasta 1968 cuando pasó a dedicarse a ello por libre. Como dice en la breve biografía que colgó en su página web en París tuvo posibilidad de conocer a los pensadores noviolentos franceses que le llevaron naturalmente a Gandhi y a Martin Luther King. Descubrió que la noviolencia podía ser el mejor desafío pacífico a la dictadura. Lo descubrió y lo asumió.

Por eso salió a la calle en pleno franquismo. Padre de seis hijos arriesgó su familia, su buen trabajo y su libertad. Su noviolencia molestó desde el principio. De hecho le juzgaron, le encarcelaron y le metieron en el manicomio. Pero no le cambiaron de forma de pensar. Al salir de la cárcel junto con Pepe Beunza y otros noviolentos, organizaron la campaña por el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar. Cuando Pepe fue encarcelado en 1971 como primer objetor político, supo utilizar sus contactos internacionales y organizó la Marcha Internacional a la Prisión de Valencia donde Pepe estaba preso. Salieron caminando seis españoles y nueve extranjeros de Ginebra, pero de la frontera española, donde ya se concentraron unas setecientas personas, no pasaron. Una vez más fue detenido, pero su acción aumentó la resonancia de lo que Pepe estaba haciendo. Los jóvenes que hoy se libran de la esclavitud del servicio militar obligatorio tienen una gran deuda de gratitud con Gonzalo.

Pasaban los años, pero Gonzalo siguió activo. Durante muchos años mantuvo la protesta contra el cierre de la verja de Gibraltar saltándola en diversas ocasiones con las consiguientes sanciones y en 1976 volvió a salir a la calle a denunciar las torturas policiales durante el gobierno de Arias Navarro. También participó en numerosas acciones contra la base militar americana de rota. A la vez que a la acción, Gonzalo también se dedicaba a la reflexión. Emepezó escribiendo sobre una de sus grandes pasiones, la geografía histórica y, sobre todo, las vías romanas en Hispania. En 1963 inició desde París una serie titulada El Milario Extragavante que mantuvo prácticamente hasta hoy. En el campo de la acción política sus primeros libros tuvieron que publicarse en el extranjero (Los Encartelados) o aquí de forma ilegal (La No-Violencia: ¿Tentación o Reto?). Otros fueron “El Proyecto Político de la Noviolencia”, “Gibraltareños y Gibraltarófagos con el Ejército al Fondo”, “El Antigolpe, Manual para una Respuesta Noviolenta a un Golpe de Estado” o “El ejército incruento de mañana. Materiales para un debate sobre un nuevo modelo de defensa”. Todos los que creemos que la lucha de la insumisión fue un aporte de progreso a la sociedad debemos mucho a lo que aunque no lo sepamos Gonzalo Arias nos aportó. Su vida debería ser recordada en las escuelas como ejemplo y motivo de esperanza en la lucha por una sociedad justa con las armas de la noviolencia.

Al despedirse nos ha recordado su condición de cristiano que cree en el mensaje de amor universal de Jesús, pero Gonzalo Arias hasta el fin, ha querido manifestar su protesta ante la iglesia Católica Romana, para él “Ritualista y dogmática poco sensible a los signos de los tiempos” a la vez que manifiesta su apoyo a las comunidades de base, iglesias pacifistas y movimientos ecuménicos.

Su familia le ha deseado, al pasar ahora a otra dimensión espacial y temporal, que tenga un buen viaje y que allá donde esté siga explorando e investigando y que sea feliz en cualquier rama de la historia a donde haya ido a parar. Que así sea.

Caldas de Montbui y Pamplona-Iruñea, 22 de enero de 2008

Pepe Beunza y Pedro Otaduy



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