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Película - LOS TRES ÁMBITOS DE LA MELANCOLÍA
Yolanda jb / Martes 21 de febrero de 2006
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Película: Los tres ámbitos de la melancolía/Pirjo Honkasalo.

Distribuye: Parallel 40, www.parallel40.com, 93 453 00 25

Reseña de Josep Torrell en "mientras tanto", 97.

Los tres ámbitos de la melancolía (2004) es una película finlandesa de Pirjo Honkasalo sobre la guerra de Chechenia. Una película que toma partido por el lado más débil, por el lado checheno. Probablemente, está bien que así sea. La solidaridad con los mas débiles es uno de los mandatos que Manuel Vázquez Montalbán nos dejo ante las guerras del nuevo siglo. Pero es algo más. Algo que tiene que ver con el título que lleva: la melancolía al pensar en las guerras que vendrán.

Importa poco si la película es un documental o una ficción, lo que en realidad cuenta -y cuenta mucho- es una meditación sobre las guerras y sobre quienes las hacen. Una meditación sobre todas las guerras. Al mismo tiempo, es una película sobre la infancia. Las guerras las hacen individuos concretos. En el caso de Chechenia, el ejército ruso y la guerrilla chechena. Pero las padecen mucha otra gente, en particular mujeres y niños. El gran acierto de la directora de esta película es mostrar la guerra desde el punto de vista de los niños, reflexionar desde la posición de las víctimas.

La película era originariamente sobre los alevines de la escuela militar de Kronstadt, en San Petersburgo; sin embargo, la directora fue echada de Rusia tras el intento de atentado checheno y la actuación brutal de la policía en Moscú (donde queda de manifiesto la parcialidad descarada de los medios de comunicación rusos). La película no busca la vida que llevan en la academia, sino la vida que dejan atrás; ésta es la huella que los marca y al mismo tiempo la que permite entenderles, aunque entenderles sea abocarnos al ámbito de la melancolía.

La película muestra como viven colectivamente, aunque intercala breves retratos de cómo eran estos niños antes de convertirse en aprendices de soldados. El resultado es un memorial de agravios de la infancia ante los desmanes de una sociedad que se quiere adulta. No falta nada, ni siquiera los abusos sexuales a los niños: en la película hay víctimas de violaciones entre los cadetes y también el protagonista del episodio final. Esta primera parte termina con la historia de un cadete algo mayor que los demás. Es un ruso procedente de Chechenia; por esta razón se ve marginado. Sobre la imagen de él paseando por San Petersburgo, oímos su voz en off: se reclama ruso y declara no tener reparos en matar. El paseo termina en casa de su abuela -única pariente que le queda-, y vemos el cariño y la delicadeza con que la trata. Con este cariño para los seres queridos y el desapego criminal hacia los desconocidos se abre el primer ámbito, titulado precisamente ’melancolía’.

Tras su expulsión de Rusia, Honkasalo volvió dos veces más al antiguo territorio soviético, para terminar su película. La segunda parte es en blanco y negro y rueda una ciudad que fue habitada por los hombres y hoy es el territorio de los perros famélicos: Grozni, la capital de Chechenia. Honkasalo deja transcurrir el tiempo filmando los edificios que un día tenían que proteger a sus habitantes del frío y los elementos, y que en ruinas no es más que testimonio de una guerra despiadada. El corazón se encoge: ESTO es probablemente lo que harán los cadetes de Kronstadt en el futuro. Cuando la película es ya difícilmente soportable, aparece Hadizhat Gataeva, una mujer que lleva un campamento a pocos kilómetros, en el territorio de Ingusetia. Gataeva va recogiendo niños de los que ya nadie se puede ocupar o -como en el caso que nos muestra- corren el peligro de verse de pronto totalmente desprotegidos. La segunda parte termina con el paso de la frontera chechena, desde dentro de un furgón, pasando por todos los controles militares.

A pocos kilómetros de Grozni está la frontera con Ingusetia, donde transcurre el tercer espacio para el escalofrío. Allí tiene Hadizhat Gataeva su peculiar campamento de niños refugiados. Los ingusetios son musulmanes, y Honkasalo rueda una ceremonia de adhesión a su religión. En ella participa un niño, acogido en el campamento: con menos de diez años, fue violado por un grupo de soldados rusos y dejado por muerto. Con toda probabilidad, es un niño ruso; pero él se obstina en declararse checheno y musulmán. El último espacio para su melancolía es su conversión al Islam. El círculo se ha cerrado.

"Los tres ámbitos de la melancolía" es una reflexión sobre la melancolía, la sinrazón y el escalofrío. No sobre una guerra, sino sobre las guerras en general. Una reflexión descarnada sobre las cosas que vemos. Sobre cómo una guerra prepara a las gentes para la siguiente, en particular a los niños. Sobre cómo la violencia sólo encuentra expresión en más violencia. La melancolía tiene que ver con la enorme dificultad para actuar. Una política comunista puede emprender la crítica de las causas de la guerra y denunciar a los responsables, pero EN LA PRÁCTICA solo puede hacer como Hadizhat Gataeva, únicamente un gesto humanitario: recoger a los niños e intentar que la violencia no engendre más violencia (siendo plenamente conscientes del odio y el recuerdo que concluyen la película).

Por otra parte, la película no se verá, porque no tiene distribución normal en España -la distribuye, para sectores muy reducidos, Parallel 40, www.parallel40.com, 93 453 00 25-. Por ello, hay que empezar a distinguir de QUÉ cine se habla. Hay un cine norteamericano hecho para ser visto y distribuido por grandes multinacionales; hay un cine mundial
- en este caso finlandés- cuyo interés es manifiesto pero que no logra -o logra raramente- superar las barreras que el cine norteamericano y sus empresas de distribución -y, no lo olvidemos, de exhibición- dejan en cada país al resto de la producción, incluida la del propio país en cuestión. Las películas del mundo entero que logran estrenarse en un país tienen sin embargo una distribución selectiva en pocas ciudades -y los canales de venta de DVD van por el mismo camino-, de forma que raramente llegan al gran público. Una política cultural de izquierdas tendría que contar necesariamente con cines públicos -del municipio o de la comunidad de municipios- dedicado a dar a conocer el cine no norteamericano, antiguo y moderno. Solo así será posible empezar a cambiar algo.

Reenviado por AA-MOC VALLADOLID


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