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CRÓNICA DE UN SECUESTRO ANUNCIADO.
LA INSUMISIÓN PERSEGUIDA.
Emilio / Martes 16 de septiembre de 2008
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Torrejón de Ardoz, 15 de octubre de 1.996.

El día en que lo iban a secuestrar, Daniel A.R. había intuido que la mañana se presentaría despiadada y exacta. Algunos días atrás, una llamada telefónica desde la comisaría, aconsejaba con la dulzura de un padre:

- ”... piensa en tus estudios, no lo pongas más difícil, me acerco a tu casa nos tomamos un café y te acompaño al Juzgado. Yo te comprendo pero debes comprender que yo tengo que cumplir con mi deber, y si no te entregas pondré policías en la puerta de tu casa”.

- ”No voy a colaborar con vosotros, no quiero negociar nada”.

- ”No estamos negociando nada, tú no puedes ofrecerme nada a mí, sólo trato de facilitarte las cosas, quieres que te detengamos en la Universidad, llamamos a la prensa, te ponemos las esposas y hacemos el paripé político...”.

- ”No voy a entregarme, tu deber es detenerme, dices, el mío es no dejarme detener”...

- ”Te doy tres días....”.

Y al tercer día fue perseguido y acorralado en el bar “Los Rosales” :

- “....me han capturado entre rosales y estiércol, hombres sin rostro cabalgando sobre mi lomo, reventándome las muñecas, arrebatándome a la niña de mis ojos....

Allí se reunieron más de veinte policías para llevárselo, al otro lado Angelines, la madre; Olga, la hermana, y él.

Sacaron del bar a la madre, y luego le arrancaron a su hermana de los brazos, entre cuatro agentes, retorciéndole las muñecas, entre insultos. Él se tumbó y fue entonces cuando comenzaron las patadas, los puñetazos, los agarrones del pelo, lo sacaron “arrastras”:

.....me apresaron, me arrastraron por el suelo de los cabellos, me arrancaron las manos, pero no la sonrisa no......”.

Gritaba: “Me secuestran, ayudarme”, pero los espectadores del bar eran más que nunca espectadores. El bar estaba lleno de rostros ramplones y pasivos, reducidos a garrafón y fútbol.

Consumado el secuestro, fueron trasladados a la comisaría su hermana y él, más tarde, esposados, al ambulatorio (hematomas, heridas, golpes, lo normal):

- SECUESTRADORES (Maderos) en el ambulatorio.- “Como se te ocurra hacer algo, te tiro por las escaleras y no entras al médico”.

- SECUESTRADO (Insumiso) : -”Qué miedo tenéis, yo estoy esposado y vosotros tenéis pistolas”.

SILENCIO.

De vuelta a la comisaría le comunican que tiene dos órdenes de busca y presentación de dos juzgados de Torrejón, además se les comunica que serán denunciados (su hermana y él) por resistencia, insultos y agresión a la autoridad. Más tarde: huelleos, fotos… Alguien de los juzgados bajó a los calabozos:

ALGUIEN DE LOS JUZGADOS: “Esta comisaría está llena de listos, por qué habéis montado ese espectáculo, y a la chica por qué la habéis detenido.

ALGUIEN DE LOS CALABOZOS: “Es que la chica nos insultó.

ALGUIEN DE LOS JUZGADOS: “Pero qué queríais que hiciera, si estabais pegando a su hermano, ponerla inmediatamente en libertad.

Olga pudo salir.

MADERO: “Te ponemos en libertad, pero por favor mañana ves al juzgado, que si no me metes en un lío.” OLGA: “¿Estás bien, hermano?, nos vemos luego…"

En los calabozos, entra la suciedad y la espera, va pasando el tiempo, la noche se hace larga, pensamientos y fantasmas llenan la celda. El insumiso se niega a comer. Los secuestradores no comprenden. Un secuestrador tiene remordimientos:

SECUESTRADOR: “Yo no soy como los que te han detenido, pídeme lo que necesites, voy a traerte una manta limpia, te abro la celda para que puedas dar algún paseo…"

Pasa la noche, inmensa, insomne, entre la sintonía de Tele 5.

En la mañana lo esposan. Lo meten en el furgón. Siete individuos armados lo custodian. Están nerviosos. La gente grita LIBERTAD en la puerta de la comisaría. Lo llevan a los juzgados. La gente grita LIBERTAD en la puerta de los juzgados. Lo reclaman dos juzgados. Incumplimiento del servicio militar. No firma nada, no declara nada, sólo dice: “NO RECONOZCO TU AUTORIDAD”. Libertad condicional hasta el juicio…

No hay lazos azules por los más de 200 insumisos que siguen secuestrados en las cárceles. No hubo lazos en la noche de este secuestro. Los lazos azules, esa noche, colgaban de la solapa de los secuestradores.

Gracias a todas las personas que aportaron con su presencia, sus cartas, sus poemas, besos, rezos, gritos, lágrimas y risas, un poco de calor humano a la frialdad de los juzgados y calabozos.

Gracias por sentir.

(EL ESKOCÉS)



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