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EL CABALLO QUE NO TENÍA SED
Yolanda jb / Miércoles 9 de noviembre de 2005
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EL CABALLO QUE NO TENÍA SED.

Un joven quería ser útil en la granja donde estaba viviendo:

- Antes de llevar al caballo a los campos, se dijo, iré a darle de beber. Así ahorrará tiempo y estaremos tranquilos durante todo el día. Pero ¡cáspita! ¿Ahora manda el caballo? ¡Cómo! ¡Se niega a ir al bebedero y no le quita ojo al campo de alfalfa de aquí al lado, ¿desde cuándo mandan los animales?

- ¡Tú vendrás a beber! Te lo digo yo.

Y el inexperto joven le tira las riendas, después se pone detrás del caballo y le pega. ¡Por fin! El animal avanza, está cerca del bebedero, . . .

- A lo mejor tiene miedo. . . A lo mejor si lo acaricio. . . ¿Ves? ¡El agua está limpia! ¡Toma! Mójate los cascos. . . ¿Cómo? ¿No bebes? . . . Toma. . .

Y el hombre empuja bruscamente al caballo al agua del bebedero.

- ¡Vas a beber! ¡Ahora!

El animal tuerce el morro y resopla, pero no bebe.

Un campesino le dice con ironía:

- ¡Oh! ¿Crees que a un caballo se le puede tratar así? Es menos animal que cualquier persona ¿sabes? No tiene sed. . . Aunque lo mates no bebería. Podría fingir, tal vez, pero el agua que tragara la echaría de nuevo. . . . Tiempo perdido, viejo amigo.

­Y entonces ¿qué puedo hacer?

- ¡Ya se ve que tú no eres un campesino! No has entendido que el caballo no tiene sed durante las primeras horas de la mañana y, sin embargo, necesita comer alfalfa buena y fresca. Déjalo comer hasta la saciedad la alfalfa. después tendrá sed y ya verás cómo galopa hacia el bebedero. No esperará a que tú le des permiso. te aconsejo que no te pongas en medio. . . Y cuando esté bebiendo ya puedes tirarle del ronzal todo lo que quieras que él seguirá bebiendo.

¿EL CABALLO NO TENÍA SED? ENTONCES, CAMBIAD EL AGUA AL BARREÑO.

Hemos olvidado un capítulo del caballo que no tenía sed.

En el momento en que el joven granjero sumergía en el bebedero el morro del caballo que no tenía sed y que, ¡Brrr! el resoplido del animal esparcía el agua como una cascada alrededor de la fuente, apareció una persona que declaró de manera sentenciosa:

- ¡Cambiad, entonces, el agua del bebedero!

Cosa que se hizo inmediatamente porque convenía -orden de la autoridad- hacerle beber al caballo que no tenía sed.

¡Tiempo perdido. El caballo no tenía ganas de beber ni agua turbia ni agua clara.

¡No tenía sed!

Y lo demostró arrancando el ronzal de las manos del joven y yéndose al trote por el campo de alfalfa.

FUENTE: Célestin Freinet.



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